martes, 7 de mayo de 2013

Movimiento, Entregar, Libertad y Maquillaje



El movimiento es pilar de nuestro ser, innegable y saludable. Desde pequeños nos invitan a movernos con nuestros primeros pasos, nuestras caídas, nuestros gestos, nos elevan en brazos, nos acogen y arrullan, nos disponen de diferentes posiciones para dormir, los abuelos nos llevan a pasitos, etc. No podemos evitarlo, pateamos en el vientre de nuestras madres, previo a nuestra concepción somos puro movimiento de espermios y ovocito, cuando se genera la fecundación, nos movemos al sitio donde seguiremos moviéndonos para crecer y desarrollarnos. Innegable entonces.

Y que bien le hace a nuestro organismo estar en sintonía con el alma del movimiento, con la conciencia del ser uno cuerpo y mente, con el ritmo de los sonidos del ambiente, con las corporalidades externas a nosotros, como los otros interactúan con nuestro cuerpo, con nuestros movimientos; al beso responde otro, a la caricia una sonrisa, al abrazo un regocijo, a la bofetada un llanto…movimiento vivo, que nos mantiene en conciencia de estar vivos, y si nos sentimos vivos, actuamos de esa manera, somos participes, colaboramos, pensamos, decimos. Saludable entonces.



En el acto de estar vivos es que entregamos, acompañado en algunos casos por mucho esperar y en otros por nada recibir. De pronto creo que de eso se trata todo el tiempo, dar todo de si para que las cosas funcionen, de poner lo máximo, de darle afectos a los otros, de entregar con las manos, con el alma. Y no se si decir que nunca espero nada, porque también el dar puede ser intencionado a recibir, un tanto manipulador pero no por eso negativo, otras veces el entregar es más bien desinteresada y nos encontramos con sorpresas, recibimos del otro sin haberlo previsto.



Y los limites de entrega comienzan donde parte la existencia del otro, donde mismo caen los límites de la libertad, mi libertad acaba donde comienza la tuya. Pero ¿somos libres realmente? Tan solo podría decir que hasta mis pensamientos creo que son limitados según los acontecimientos que yo haya vivido, a mi historia de vida y la de mis antepasados, a las cosas que haya conocido, en suma a mi cultura, a mi barrio y a mis cercanos. Puedo decir que mi libertad esta medida en base a lo que sé y a cuánto sabré, en cuanto a qué puedo hacer y que no puedo hacer, a cuanto puedo dar y recibir, creo que nunca entenderé lo libre que puedo llegar a ser, hasta que finalice mi vida y entienda lo tan libre que fui, lo valore, lo comprenda y dimensione.



En parte creo que para ocultarnos de esa libertad, de ese ser que somos, el maquillaje nos viene bien, entendiéndolo como una “máscara” que creamos con muchos aspectos recónditos de nuestro ser, que elaboramos con delicadeza cuidando cada detalle para que el otro no nos critique, no vea lo que no me gusta de mi, que nos da refugio cuando estamos expuestos, nos sirve como herramientas para realizar cosas que quizás no sentimos que somos capaces de hacer, en este sentido ninguna máscara  es lo suficientemente buena para ocultar tanto que somos, puesto que nos estamos limitando todo el tiempo por las apariencias y olvidando lo bonito de ser nosotros.







No hay comentarios:

Publicar un comentario